Este título (paráfrasis evidente de un libro de García Marquez que me gusta mucho, como la mayoría de los suyos) siempre me ha gustado; porque revela como casi de todo se puede hacer una esperanza o un temor, del amor incluso.
De hecho, hace unos años escribimos Mª Paz Prendes y yo un documento sobre brecha tecnológica y exclusión social al que titulamos de la misma forma y en la primera parte del mismo decíamos que siempre, sea la tecnología que sea y sea el tiempo que sea, nos vemos en la dicotomía social de los tecnófilos y los tecnófobos. De los que creen (emos) que la tecnología “nos salvará” y los que creemos que nos llevará a la “perdición”. Siempre andamos entre el bien y el mal, parece que nos encantra esa dicotomía…
Ando leyendo un documento que me ha pasado Jordi Adell (mi anfitrión durante este tiempo que paso en la UJI), y que se llama “Their Space: Education for a digital generation (disponible en red)“, elaborado por Hannah Green y Celia Hannon, y publicado por DEMOS (al que tendremos que dedicar otro post) el año pasado, 2007.
El susodicho documento, intenta analizar qué es verdad y qué es mito en la realidad de los jóvenes en el mundo de la tecnología… o mejor, qué es verdad sobre los jóvenes en su espacio (con y sin tecnologías), cómo es y qué exige de ellos y de los demás que pretendemos hacer de su mundo educativo un mundo más adaptado a ellos. Uno de los ejes centrales del análisis que hacen las autoras gira en torno a los mitos y malos entendidos respecto de la relación jovenes-TIC, tanto en el sentido del “pánico moral”, como de la “fe digital” (otra vez la misma dicotomía). y los enuncian de la siguiente manera:
Los Mitos:
Pánico Moral:
Fe Digital:
La justificación de estos enunciados como mitos es francamente interesante -evidente a veces- pero las “pruebas” siempre nos han gustado.
Como dijimos hace tiempo “De la posesión demoníaca de Sierva María (la del libro de García Márquez) muchos tenían pruebas irrefutables, otros tenían evidencias de la inexistencia de dicho maleficio… al final lo menos importante de la historia es si estaba o no poseída por el demonio, pero sí cómo su realidad estaba determinada por un sinnúmero de factores contextuales y condicionaba a su vez el desarrollo de todo a su alrededor. Tal parece que a las nuevas tecnologías hoy también les temamos y las amemos en la misma proporción… a lo mejor tenemos pruebas de sus terribles consecuencias o puede ser que seamos conscientes de sus enormes posibilidades… en cualquier caso parece que, como Sierva María, están condicionadas por su nacimiento y desarrollo y a su vez hoy condicionan todo lo que se mueve a su alrededor; en últimas parece que, como a la niña, hemos decidido no cortarles el pelo y dejarlas crecer indefinidamente…”
A decir verdad, no se si lo hemos decidido o no, pero que crecen, crecen; y si queremos seguir aquí, a su lado, y serles de utilidad a los jóvenes en su proceso educativo ahora, no podemos perderles de vista con dicotomías simplistas.
¿Qué podemos hacer? Las respuestas que proponen las autoras del texto, son francamente interesantes. Dicen que las apuestas de futuro de las escuelas tienen que ir encaminadas a tres focos de inversión básicos:
O eso, o ignorarles y seguir por “nuestro” camino. Eso sí que nos convertiría en inútiles, y probablemente sea este el peor demonio que nos aceche.