Mil perdones por la inmensidad del post a los lectores (y a los perdidos que hayáis llegado hasta aquí)… pero creo que de vez en cuando hay que hacerlo.
Cada vez que doy (damos) una charla hablando de las bondades de las TIC en el aula, de la necesidad de repensar nuestra didáctica en estos tiempos y de todas esas cosas que nos preocupan, nos ocupan y nos fascinan, la mayoría de nuestro auditorio se corresponde con los profesionales convencidos, personas a los que en realidad no vamos a “convencer” de casi nada, que ya están tan convencidos como nosotros pero que, en el mejor de los casos, buscan ese discurso para que les sirva como detonante o como ventana a algunas cosas que no han podido ver o quieren reforzar.
Sin embargo, existe una enorme cantidad de profesionales que son “escépticos” ante ese discurso “pro-TIC” y que, por mil razones vinculadas a su práctica, su profesión y su historia, siguen sin verlo claro. Y a ellos deberíamos dirigir sin duda parte del discurso… al menos yo creo que debería ser así.
Anoche tuve la ENORME oportunidad de recibir un correo de uno de esos profes escépticos, además uno joven. Se trata de un profe de matemáticas de secundaria, vocacional, apasionado por su materia y preocupado por su quehacer (si no, no se tomaría el trabajo de escribirme un mail como el que me escribió). El mail es un mail amable, reposado y con unas cuantas preguntas y comentarios sobre la charla que di ayer tarde en las X Jornadas de Altas Capacidades de la Región de Murcia (de antemano mil gracias al equipo de Altas Capacidades de la Región de Murcia por contar conmigo para este día, ha sido un placer y un honor ser profeta en mi tierra, aunque siendo un poco extranjera en el tema :-)).
Como realmente creo que parte del trabajo que me gusta hacer pasa por contribuir en la medida de mis posibilidades a que aquellos que siguen sin ver claro esta realidad la vean, aprovecharé el mensaje de José (no le identificaré más, a menos que él quiera que le identifique) para responder a alguna de esas dudas (las preguntas suyas eran bastante más largas, espero hacer llegar la esencia) que estoy segura de que no son exclusivas suyas y que puede que contribuyan de una forma u otra a complementar su perspectiva:
Pregunta José:
“¿aplicamos actualmente en las aulas las TICs porque está de moda o porque ya se cuentan con investigaciones serias que reafirman claramente las bondades de su uso?… … Entiendo a la perfección lo que comentaba de que las nuevas generaciones están educadas en la era de las tecnologías (yo quizás también lo esté ya) pero ¿se ha debatido sobre las ventajas-desventajas de esa educación tecnológica de manera seria o simplemente se ha aceptado de que la sociedad es tecnológica y que por tanto la educación también debe serlo?”
Realmente no se trata tanto de “aplicar las TIC a la clase” como de entender que la sociedad es una sociedad TIC y que nuestra misión –la de formar ciudadanos capaces de ser felices- aunque sigue siendo la misma, ha cambiado enormemente con el contexto y que pasa por formara esos ciudadanos para un mundo con TIC.
La educación es un proceso social de adaptación del hombre a su contexto, y en esa premisa básica puedes encontrar la justificación de repensar la educación con las TIC. No se trata de una moda u otra –todos los cambios tecnológicos han sido moda en algún momento-, que las TIC (las TIC) ha venido para quedarse lo sabemos hace más de dos décadas y que esa tecnología tiene implicaciones extraordinarias en cosas básicas del mundo que afectan a la educación y a tu aula, es evidente. Si la educación pretende educar a los alumnos para la realidad y la realidad es con TIC, educarles sin TIC es educarles para un mundo que no existe.
Ahora bien, además de eso, sí, se ha debatido y comentado mucho sobre implementación de tecnologías en el aula y sus “bondades” (la investigación en tecnología educativa tiene una larga tradición, aunque puede que fallemos en la difusión de sus resultados), algunas de las referencias usadas en la presentación dan buena cuenta de esa investigación (mira por ejemplo la parte de multimedia), pero te invito a que le des un repasito a mucha de la buena investigación que sobre el particular se ha hecho en el campo de la didáctica de las matemáticas… hay más de una revista especializada y seguro que te encantará leerla.
“cuando la Conserjería gasta miles y miles de euros en dotar a sus aulas de pizarras digitales ¿lo hace para tener buena prensa o porque se respalda en investigaciones seria?”
Sinceramente la lógica de las decisiones políticas se escapa por completo a cualquier lógica que podamos aplicar, pero me temo que no, casi nunca responden a lo que dice la investigación, a menos claro que eso les de buena prensa, si nos oyeran a los investigadores en educación habría “viajes” e inversiones que se harían sin duda de otras maneras.
Decías también:
“Este tema lo relaciono yo inconscientemente mucho con aquello de las competencias básicas (como la de aprender a aprender) que no consigo entender y que, más aún, veo como una barrera para el desarrollo del buen quehacer docente (imagino que tendré que deshacerme de esta idea si finalmente terminan calando las propuestas didácticas basadas en esas competencias).”
En eso nos falta algo más que un post de blog para charlar, pero sólo por ponerte en situación con algo de investigación aunque con una aprox. de “estar por casa”: se han hecho estudios en los que se relaciona la cantidad de contenido que se aprende en la formación inicial y que continúa siendo útil al final de la vida profesional, pues bien (te daré los datos de cabeza), en los años 50s del S XX rozaba el 70%, en los 80s rozaba el 50% y en la primera década del S XXI había caído a menos del 20%… eso significa que educar profesionales con una perspectiva basada en contenidos (como el centro de la educación) es una apuesta claramente fallida. Los contenidos cambian radicalmente cada poco tiempo, y cada vez cada menos tiempo. Es imprescindible ofrecer a nuestros estudiantes la posibilidad de que aún cuando los “expertos” no estén, ellos puedan “buscarse la vida”, tener criterio, ser capaces de leer con capacidad de análisis, de buscar proactivamente, que tengan actitudes y aptitudes de trabajo con otros, de autorregulación… En un mundo de sobreabundancia de información, el reto no es meter l información en la cabeza de los estudiantes (ya la tienen en el móvil), el reto es hacerles capaces de ver esa información con sentido y de forma crítica.
Preguntaba además José:
“¿se ha investigado las consecuencias físicas que puede tener sobre los alumnos el uso de las TICs? Me explico con un ejemplo. Un alumno miope, como yo, no ve su miopía agravada con el uso de las TICs. O ¿verdaderamente uno se concentra igual leyendo sobre una pizarra que sobre un ordenador?”
Seguramente se ha hecho. En investigación médica y óptica debe haber estudios relacionados con la lectura en pantallas y la diferencias de las consecuencias físicas con la lectura en papel; además hay unos cuantos estudios sobre concentración… la pregunta es: ¿y del papel no se dice nada? ¿el papel es bueno per sé?, la verdad es que son dos temas en concreto que no me preocupan lo más mínimo. Nadie se ha planteado de manera seria los problemas que las tizas, los libros, el negocio relativo a los libros de texto, la endogamia editorial, el uso de la tinta y la proliferación de alergias, la deforestación para la creación de papel, la rigidez e incomodidad de las sillas atornilladas al suelo, la configuración ortopédica de las sillas de pala y otras tecnologías educativas más… “tradicionales” tienen sobre los estudiantes y sobre el contexto…
Finalmente José me hacía una reflexión sobre un punto que comentaba yo sobre mis clases y decía:
“Cuando en cierto punto de su exposición usa como ejemplo unos dibujos de proyecciones terrestres dice, creo que eso entendí, que la proyección de Mercator falsea los tamaños reales de los países y que esto podría tener alguna connotación política… …Puede que Mercator fuera un europeista convencido pero yo no achacaría las “deformidades” de sus proyecciones a esto. La proyección Mercator de una esfera (La Tierra) en un plano (el mapa) no conserva el área-tamaño de los planetas pero sí los ángulos (en aquel entonces la navegación era de capital importancia… …Lo curioso es que es posible demostrar, matemáticamente, si uno proyecta una esfera en un plano es imposible conservar a la vez el tamaño-área de los países, los ángulos y las distancias en escala. La proyección de Marcator conserva los ángulos; hay otras que conservan las áreas pero no los ángulos o las distancias.”
Efectivamente, la proyección de Mercator es una de las posibles conversiones de una “esfera” (la tierra) en un plano (el mapa), pero esa conversión no sólo responde a una serie de parámetros geométricos, para hacer esa conversión se toman decisiones conscientes (qué queda arriba y abajo, dónde se da el corte, por qué se decide hacer esa conversión basada en ángulos y no otras) y esas decisiones conscientes responden a un marco contextual político, social y económico determinado. Mercator no era un europeísta (no sé si lo era, vaya :-)), era europeo, en tiempos de colonia, poner a Europa en el centro del mapa (el corte que “abre” la esfera está en el pacífico y no en el Atlántico y no es baladí), no es casual, como no lo es ninguna de las representaciones de la realidad en los medios.
No tengo nada en contra del señor Mercator ni de su esfuerzo ímprobo por dotar de un plano a los navegantes de su momento, el “problema” surge cuando pretendemos educar a las personas en verdades absolutas desde proyecciones parciales de la realidad sin hacerles conscientes de esa parcialidad. La gran mayoría de los “occidentales” de hoy no son conscientes de las “imperfecciones” de las proyecciones geográficas y gracias a eso entendemos que somos (Europa es) casi tan grandes como América del Sur, que África no es TAN grande, que Méjico es una pequeña “cola” que e sale a EEUU por abajo y que el sur está abajo (no sería la primera vez que un adulto con formación superior se sorprende al jugar al geopuzzle conmigo :-)). El ejercicio que hago yo con mis estudiantes, futuros maestros, tiene que ver con que sean conscientes de que cada representación de la realidad que usan en clase responde a unas decisiones concretas que le hacen como es, y que sólo siendo conscientes de las implicaciones que esas decisiones tienen sobre el medio y sobre la percepción de la realidad de nuestros estudiantes, podremos usar los medios en clase de una manera responsable (no neutral, nunca lo es).
Decía José:
“Reconozco de entrada que vengo siendo un gran incrédulo de las posibles ventajas que pueden traer las nuevas tecnologías a las aulas. Al mismo tiempo, admito creer ser incrédulo por desconocer las posibles potencialidades (mayormente porque el tiempo que me queda para investigar estas cosas es limitado pero también porque, creo, no estoy motivado suficientemente para preocuparme por ello).”
Por todo eso, por tu valentía al escribirme y por compartir conmigo tus inquietudes, espero sinceramente que mis palabras sirvan de algo, aunque sea para hacerte seguir pensando en estas cosas que creo sinceramente que deben seguir ocupándonos y preocupándonos.
Ojalá mis “respuestas” (ojalá tuviéramos tiempo para charlar) abran alguna vía más de reflexión par tu trabajo.
Hasta más ver.