No hace mucho hemos tenido accesibles en la red dos informes con datos idénticos sobre la situación de las TIC en la universidad española. El último en salir, el ya tradicional informe UNIVERSITIC de la CRUE para el año 2008.
Si seguimos los datos proporcionados por éste, hay diversos indicadores que nos sugieren una implantación cada vez mayor de lo que llaman docencia virtual en las universidades españolas: porcentajes en torno al cincuenta por ciento de existencia de proyectores y pizarras digitales en las aulas, y puestos con conexión a internet, dicen mucho de la apuesta de las universidades en términos tecnológicos, no en vano el 98% de las universidades presentan una plataforma institucional de docencia virtual.
Sin embargo, los mismo datos nos indican que, aunque un porcentaje muy elevado de universidades (93%) posee un plan institucional de docencia virtual, bien ya implantado (79%), o bien en desarrollo (14%), hemos visto también en el gráfico que un 55% del profesorado (bajo en comparación) usa dicha “aula virtual” como apoyo a la docencia presencial.
Este escepticismo se ve reforzado, desde mi punto de vista, por algunas de las conclusiones contenidas en el Libro Blanco Universidad Digital 2010, publicado también en el mes de noviembre para el gran público. En éste último, con base en los datos y la investigación que conocemos actualmente, se pretende hacer un análisis de la situación y una especie de hoja de ruta a seguir en el futuro si queremos llegar a tener una universidad más en sintonía con las tendencias tecnológicas y sociales que nos rodean y se dedica un capítulo a cada uno de los aspectos que intervienen en dicha realidad, docencia, investigación, infraestructura, administración, etc.
¿Algo nuevo? A mi entender no, más de lo mismo pero a lo mejor más explicado y detallado, al menos en lo que se refiere a la enseñanza. El capítulo referente a la docencia, creo que es mucho menos explícito y claro que los demás (o a lo mejor sea esa mi impresión porque de lo demás entiendo aún menos que de docencia). Algo a destacar es que se hace mucho énfasis en la necesidad de dejar de poner el acento en la construcción de contenidos digitales para que el alumno los lea y los aprenda (e-reading y el e-listening) y en dar una mayor relevancia a, lo que llaman los autores, el verdadero e-training.
Conforme he ido leyendo estos dos informes he sido más conciente de que, según parece, hay gente en las universidades que sí intenta hacer su cometido. Hay avances muy interesantes en términos tecnológicos, de administración, de gestión, etc. Pero me temo que en términos de docencia seguimos muy pero muy lentitos; seguimos haciendo una docencia que no se acerca ni de cerca a lo que debería si tuviese en cuenta el entorno tencológico que la rodea, y no hablo de cacharros en el aula (que al parecer cada vez tenemos más y más modernos), sino de concepciones acerca de lo que es importante o no a la hora de enseñar, de lo que deben aprender, de cuál es el papel de los docentes y de los alumnos en el proceso, del papel mismo de la universidad. Y seguimos dando pasos sin un camino muy claro, palos de ciego, reforma tras reforma para, en el mejor de los casos, dejar las cosas como están, y en el peor, empeorar las cosas…
Probablemente, eso de ver la cosa muy mal, sea un problema que nos aqueje siempre que vemos informes sobre la educación. A lo mejor llegará el día en que con un informe de estos nos complazcamos todos con el balance… ojalá.
No veo yo la cosa muy clara.