Como casi siempre, este era un post que tenía prometido a mi blog desde hace ya un mes, pero que no quería dejarlo en una “notica de publicidad”, sino que quería hacerle al tema que le ocupa –en la medida de mis posibilidades- un mínimo de justicia.
Creo que la creación original –la innovación, el pensamiento divergente- es una de las cosas más difíciles de ver en acción. El mundo está lleno de ideas geniales que alguien ya ha tenido y la mayoría de los mortales nos “conformamos” con aplicar las ideas nuevas que han tenido otros de forma más o menos afortunada a nuestros contextos. No se trata en muchos casos de cosas que supongan un cambio radical o muy grande, pero son “chispazos cognitivos” -que diría la psicología- que dan un pasito en una dirección inexplorada antes por otros; aunque por pequeño que sea el “pasito”, para mí no deja de ser una genialidad.
Hace un mes, me enteré que Carles Bellver (escritor, filósofo y parte imprescindible del CENT de la UJI) emprendía una aventura que creo sinceramente que es una de esas ideas que dan un pasito, una genialidad. Aprovechando el modelo comunicativo que tiene twitter (140 carac. + tiempo real + seguimiento) y alguna idea de microrrelato desarrollada previamente por otro escritor, publicó una historia, narrada en la voz de su protagonista (Charles Beauvoir), en tiempo real a través del twitter.
Título: “Renovar-se o dormir. Charles Beauvoir en Twitter”.
La idea me sorprendió por muchas cosas (quien ha tenido la oportunidad de hablar con Carles últimamente sabe a qué me refiero), pero especialmente me encantó la idea del paso en una nueva dirección de creación y publicación literaria de la mano de las tecnologías que nos ocupan a día de hoy. Mucho se ha escrito sobre las demandas que los nuevos formatos hacen, por ejemplo, al mercado del libro a la difusión científica; pero yo –probablemente por mi ignorancia- no había visto mucho en el camino de la innovación literaria relacionada con la creación, con la publicación y con la lectura, y justamente a todas estas alude el proyecto de Carles.
El relato empezó su publicación el viernes 6 de febrero y, tras un mensaje publicado cada hora, terminó el sábado 7 a la misma hora. Aquí podéis ver el relato en un formato más “tradicional” y con ilustraciones del propio autor.
¿Y esto qué? Pues esto es el pasito.
Creo que vivimos en un mundo lleno de nuevos formatos, nuevos canales y medios (magnificados y multiplicados por las Tecnologías) que sigue ineludiblemente atado a las formas tradicionales en las que concibe la creación y la difusión. Un mundo en el que los más “informales” nos dejamos seducir por caminos comunicativos nuevos pero que muchas veces no llegamos a hacer de esos caminos modelos “serios” que abran nuevas posibilidades al pensamiento de las personas.
Nos empeñamos en innovar en una educación (aludo a él porque es el proceso comunicativo especializado al que me dedico yo) huyendo de pedir a nuestros alumnos “procesos cognitivos inferiores” que las máquinas ya pueden hacer (copiar, pegar, repetir, almacenar), y sabemos (creemos) que lo hacemos para favorecer el empleo de las neuronas en pensar profundamente y en que hagan nuevas cosas y utilicen de forma más provechosa su potencial… sin embargo, aún poco sabemos de esas “nuevas” cosas que pueden (podemos?) hacer, y algunas de estas ideas vienen de chispazos como el del autor que nos ocupa en este post.
¿Quiere decir eso que el resto de los mortales estamos en desventaja?, al contrario, creo que los que no tenemos esas ideas tenemos la fortuna de ser los beneficiarios, y a la vez tenemos la obligación de andar ojo avizor a los que piensan diferente, a todo lo que hacen y, especialmente, a intentar sacar el mayor provecho de ello a ver si al final los avances tecnológicos suponen más y mejores posibilidades para pensar… que es al final lo más interesante que se me ocurre.
Enhorabuena al autor.