Ya sé que estoy un poco pesada con eso de hablar en este blog de las cosas de la universidad española en nuestros días… pero es que las cosas de comer dan mucho qué pensar… y yo, al menos de momento, como y vivo en la universidad pública española. Así que hoy es el día de escribir un post que tengo en mente (más en cuerpo y en corazón) desde hace meses.
Si no estás cerca de esta realidad, puede que te resulte un rollo megalomaniaco de una profe de universidad… si es así, no sigas leyendo… y no me lo tengas muy en cuenta.
Hace una semana y media he recibido una gran noticia desde la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa Española (ANECA): tengo la acreditación nacional de Profesor Titular de Universidad. Con la inmensa emoción que me supuso, en cuanto recibí la noticia escribí a mis amigos más cercanos contando la buena nueva y uno de ellos -que trabaja en la universidad como personal de administración y servicios- me hizo la pregunta clave: “Enhorabuena, pero ¿y eso exactamente qué significa?” y eso me hizo desear más que nunca escribir este post que puede que nadie lea, porque es más una declaración personal que nada de interés para nadie.
Os cuento el camino hasta aquí:
Yo estudié la carrera de pedagogía en la U. de Murcia y con las notas que obtuve, conseguí una de las 2 becas de 4 años para estudiar el doctorado (antes no había máster entre ellas) que se ofertaban aquel año en mi Comunidad Autónoma para mi área de especialidad. Nada más empezar la beca me fui de estancia de investigación al KMi de la OU de Reino Unido para aprender todo lo que pudiera -incluido chapurrear algo de inglés-. Al año de tener mi beca salió un concurso de plazas de profesor en mi departamento de la universidad al que nos presentamos más de 20 personas, y yo conseguí una plaza, eso significa 24 créditos de docencia anual, que en asignaturas de plan antiguo y con el número de estudiantes por clase que manejamos en mi facultad (entonces, unos 125 por clase ahora “solo” 80 aprox.) equivalían a unos 450 alumnos cada año. Se trataba de una plaza “interina” pero de un cuerpo a extinguir (profes recién jubilados de un cuerpo de la LRU), con lo cual era imprescindible que los que teníamos aquellas plazas nos acreditáramos a uno de los cuerpos docentes de nueva creación (LOU) para que pudiéramos “regularizar” nuestra situación.
Entonces me fui de estancia un semestre (juntando todos los créditos en el otro semestre, es decir, seguía cumpliendo con TODAS mis obligaciones docentes) a trabajar con el CENT de la UJI (con la consabida bajada de sueldo por estar fuera de mi universidad y subvencionada con los fondos de la fundación Espinosa-Castañeda, es decir, mi marido y yo).
Leí mi tesis doctoral en 2010 y en 2011 me presenté a las dos acreditaciones posibles para un profesor que comienza en la universidad de los cuerpos (Ayudante Doctor y Contratado Doctor) y obtuve ambas. El vicerrector de mi universidad transformó la plaza que yo ocupaba a Profesor Contratado Doctor y la sacó a concurso público en condiciones de interinidad (porque para hacerla permanente era imprescindible que la plaza existiera como interina al menos 6 meses), nos presentamos otras veintitantas personas y la gané (enero de 2011). Existe el compromiso -y la normativa- de que transcurridos esos 6 meses se convocaría un concurso oposición público nuevamente para proveer la plaza permanente.
Esa plaza se convocó en julio de 2013, me presenté, pero no llegó a realizarse el concurso porque fue suspendida por el Ministerio de Economía y hacienda.
Así que sigo siendo Profesora Contratada Doctora Interina de la Universidad de Murcia desde hace más de 4 años.
Por otro lado se convoca anualmente una acreditación de sexenios de investigación que “certifica” que tienes trabajos de investigación relevante -hay un baremo- cada 6 años de trabajo como doctor. Está restringido al personal funcionario, pero en las instituciones pueden habilitar que los no funcionarios opten a esa evaluación -en el caso de mi universidad sin reconocimiento económico asociado-, no obstante, los dos últimos años lo he pedido (creo que me daría para tener uno), pero como soy “interino”, no me evalúan… ni si ni no, simplemente silencio absoluto, “revisión administrativa”.
Durante estos años -todos, desde que empecé a trabajar en mi grupo de investigación- he hecho todo lo que la institución me ha exigido, lo que los baremos puntúan y he intentado no ser un productor de papers sordo del contexto y hacer de mis clases un reflejo próximo a lo que predico de boquilla (las incoherencias son parte de la vida, así que soy peor de lo que me gustaría ser sin duda). No me puedo quejar, soy miembro de un grupo de investigación que me apoya y en el que vivo muy a gusto, un departamento deficitario de profesorado (si, eso es que tenemos más docencia que la que podemos cubrir los que somos actualmente), lleno de profes asociados que cubren las mil y una bajas, incidencias y plazas sin cubrir que tenemos, donde no hay catedráticos que me tenga “ojeriza” (más bien al contrario, ¡bendita suerte de gente!), tenemos una facultad llena de alumnos hasta la bandera, con grupos llenos. Hago transferencia de investigación, difusión en los contextos docentes que puedo y en los que me dejan; voy cada año a sitios donde puedo aprender y divulgar lo que hacemos en la universidad y estoy firmemente comprometida con mi trabajo, mis estudiantes y mi investigación.
Abomino de los índices de impacto y los H, los G y los X, pero como me dijeron que había que jugar, he jugado también a ellos y soy lo que mi amiga Cristina Costa llama un Double Gamer. Hago estancias internacionales -como todos a costa de mi familia y bolsillo-, proyectos nacionales e internacionales, soy parte de redes de profes, innovación docente… Modestia aparte, ¡lo tengo todo! 🙂 Check list completo… y me divierto como la que más en ello (por eso lo hago)… pero…
Ahora, en junio hará 10 años que terminé la carrera y 5 que leí la tesis doctoral. Tengo mi acreditación a titular de universidad (la categoría de funcionario) pero con la ley en la mano (y la tasa de reposición actual) lo más probable es que no tenga acceso a una plaza fija en los próximos 10 años (ni 20).
Mi categoría profesional gana lo mismo que un titulado medio administrativo de la universidad (fija en esta categoría no ganaría más, pero sería fija), no me parece mal que los titulados medios ganen eso, pero el agravio es duro; de hecho ganamos menos que un profe de secundaria en primer año. Como soy interina no puedo pedir sexenio (aunque seguiré pidiéndolo), como no tengo sexenio no puedo dirigir tesis doctorales yo sola en los nuevos doctorados (menos mal que tengo colegas majos e interesantes para codirigir), como no soy personal fijo no puedo pedir proyectos de investigación a mi nombre (sigo participando), y lo de la hipoteca me lo miraron con el ojo a medio abrir por aquello de no tener un trabajo fijo…
E insisto ¡estoy feliz!, mi vida es muy feliz y divertida (por lo que es trabajo y por lo que no es trabajo), soy afortunada… y seguiré trabajando igual, porque trabajo así porque soy así… no porque tenga un plazo encima de mi…
Sin embargo, a veces, me doy cuenta de cómo están las cosas y de la realidad de mi situación profesional y me pregunto: ¿cuáles son las condiciones que han de darse para dejar de ser un trabajador precario de la universidad pública española (y ni comparación con los asociados, por favor, no me mal entendáis)?
He seguido el camino, he ganado los concursos que he podido (los que habéis convocado, incluidas becas), existe la necesidad de la empresa, la plaza, los alumnos… ¡No quiero una plaza para MI! quiero tener la oportunidad de un mercado de trabajo justo y en el que pueda competir (y perder si es preciso)… pero no sé cuánto tiempo más podré sonreír a esta situación en la que el techo de cristal es enorme y no parece que vaya a articularse una solución justa… y mientras tanto la universidad pública paga las consecuencias (sí, esto tiene consecuencias).
Llegados a este punto yo ya he hecho lo que tenía que hacer, y lo que no me piden TAMBIÉN lo he hecho… ahora le pregunto, señor ministro, señores dirigentes de la educación pública española, aunque no les importe mucho
¿Ahora qué?
Desde el primer párrafo de este post me has enganchado, cada línea de tu entrada me atrapaba e interesaba más y más, pensando que iba a tener un final de cuento, un final feliz.
Sin duda Linda, es incuestionable el hecho de que tu trayectoria profesional más completa no puede ser, desde el primer día que te conocí, personalmente mostré mi respeto hacia ti (el peloteo que me caracteriza) sin ni si quiera saber si eras titular, contratada, asociada, interina o cualquiera de las mil y una especialidades que existen, no me hizo falta, simplemente sabía de ti por las numerosas publicaciones, proyectos en los que participas, docencia que impartes, siendo para muchos alumnos una eminencia y para mí un ejemplo a seguir.
Realmente me consideraba una “frustada más” es este tema (con el acceso a la función docente en centros de Educación Infantil y Primaria en mi caso), de hecho creía que sí, estaba mal pagado para los años de dedicación y formación que tienes que dejarte para conseguir una plaza; sabía que en el caso de los docentes universitarios era también complicado, pero viendo tu caso veo que es aún peor, que no soy la única, que aún me queda camino y que las cosas con paciencia y constancia (consejo que me has dado siempre desde tu experiencia). No pretendo comparar unas especialidades con otras, simplemente quiero que sepas que que me has hecho reflexionar mucho, abrirme los ojos y ver lo mal que esta la situación de vuestro colectivo y de la educación pública en general, eliminando totalmente esos mitos y leyendas del profe universitario.
Sigue sonriendo y disfrutando con lo que haces, la educación pública, concretamente “la casa donde comes y vives”, la Universidad, necesita personas de tu calibre, sin ellas no nos quedaría esperanza de cambio. ¡¡Enhorabuena por tu acreditación!!
Marta, igual te has pasado un poco xD
¡Eres un encanto! mil gracias por tus palabras… No, no soy tan nada de esas cosas que tu dices pero gracias, es muy bonito que alguien tenga esas palabras para contigo 🙂
Tenemos ventaja Marta, nos gusta, nos encanta… entonces tenemos la mayor fortuna de todas!
Un beso y tu, caminito, que tus batallas serán otras :-)) (al menos eso espero)