Que en los tiempos que corren un adulto haga parte de una o más redes sociales, parece que no es algo tan raro como parecía. Según el informe del Pew Internet and American Life Project que nos ha twiteado Gary Woodill (@gwoodill), si yo fuera Estadounidense (que son los incluidos en esa muestra), podría decirse que hago parte del 57% de la población adulta que tiene un perfil en una red social, pero además –y como imagino que ya habréis adivinado- hago también parte del 50% que tienen perfil en MySpace, del 22% que tiene en Facebook y del 6% que lo tiene en LinkdIn. Además, tengo un perfil en tuenti, uso Xing y, como ya comenté hace un par de post, estoy enganchada al twitter.
¿Alguien se pregunta de qué hablo? A estas alturas, imagino que no. Pero por si acaso, hablo de redes sociales, de sitios en red donde puedes contactar con otras personas y formar enlaces “débiles” que te ofrecen un marco de relación social o laboral en un entorno “cerrado”.
Algunas de las herramientas de red social tienen un marcado carácter laboral o de relación profesional, como es el caso de LinkIn o de Xing, en las que las relaciones laborales son las reinas y el entorno te sirve para buscar gente con la qué hacer un trabajo puntual, o te sirve para contactar con el directivo de la empresa a la que deseas ser presentado para conseguir un trabajo. Otras son marcadamente profesionales aunque tienen matices de streaming personal, pero no requieren una relación recíproca y por lo mismo permiten mantener cierta distancia con los miembros de la red que decidas. El caso de twitter.
Pero existe un tercer grupo que, teniendo un marcado corte personal en sus orígenes, ha venido cambiando a través de los años y que nos ha causado algunos quebraderos de cabeza a sus usuarios. En mi caso el problema surgió con Facebook.
Facebook (qué es y un poco de historia) llegó a mi vida de la mano de mis antiguas compañeras de colegio; gente con la que había perdido el contacto desde que vivo en España o antes (LTA= long time ago) volvió a mi entorno en forma de “amigos” del facebook (en adelante FB), y fue estupendo!… además, aunque mis tiempos del cole no eran aún dominados por las cámaras digitales, algunas de las amigas/compañeras tenían fotos escaneadas de aquellos años y el reencuentro fue genial. Recuerdos y más recuerdos, noticias, después se agregó la familia de lejos, después algunos amigos muy cercanos, luego un poco más lejanos y poco a poco la cosa se fue abriendo más y más…
Confieso, tanto widget y tanta invitación a mil concursos, clubs y grupos, agobian, pero se puede superar.
El “problema” llegó cuando una compañera de proyecto de otra universidad me invitó a su red de amigos del FB… No quería decirle que no, ni quería convertirla en un contacto con restricciones, porque le aprecio y porque hubiese sido una grosería dada la buena relación que nos une; pero tampoco quería que tuviese un contacto directo con mi infancia, ni con mi colegio, ni con mis fotos de la adolescencia (:-O). Resultado, ante la perspectiva de abrir el perfil, o quedar como una grosera, preferí borrarme, o el equivalente en FB que era bloquear mi perfil.
Ahora echo de menos algunas cosas… y a alguna gente, pero es lo que hay!
No es un secreto que todos manejamos identidades (roles) diferentes en nuestra vida cotidiana, somos las mismas personas, y además los contextos formales e informales de la misma son muy parecidos e incluso se entrecruzan muchas veces; no obstante, deseamos seguir manteniendo diferentes roles en diferentes momentos y para diferentes cosas. Pues bien, la red no es distinta. Somos los mismos en la red, y buscamos conscientemente diferentes roles en diferentes lugares que nos permitan asumir diversos papeles en distintas situaciones y que a la vez nos permiten percibir el mundo de formas diversas.
El problema surge, creo yo, cuando en nuevos entornos no sabemos cómo manejar esas diferentes versiones de nosotros mismos, básicamente porque estamos aprendiendo a hacerlo todo nuevo en los nuevos (no-)lugares. En presencial tienes ejemplos de otros, en red debes ir construyendo ejemplos tu mismo con base en tu experiencia, porque la experiencia de otros no existe como ejemplo.
La educación no debería perder de vista este tipo de novedades en los entornos de relación de los educandos y de los educadores, como tampoco debería olvidar la necesidad de formar a la gente para que sea consciente de sus diferentes facetas en tanto que persona y en tanto que aprendiz, y hacerle capaz de asumir roles variados que se muevan cómodamente en la red aprovechándose de ella. Evidentemente, es una tarea difícil, especialmente desde nuestros preordenamientos claásicos sobre las clases, el sistema y los mismos alumnos, incluso –como hemos visto en datos anteriores– ellos mismos son reticentes a tocar este tipo de relaciones en su educación formal… Lo cual nos deja en la misma situación, sin deber perderlo de vista.
Y, entre tanto, tratar de sobrevivir en (a) ellas… 🙂
Por cierto, MUY recomendable el número de la revista El Jueves que habla de Feisbuk! (via puri, jordi_a y toni :-))
Existen formas de restringir el acceso a la informacion de facebook, quien quieres que acceda y quien no a tus fotos, si solo las personas que salen en ellas si todos tus amigos menos x persona,…exige tiempo configurar la privacidad pero es útil.
Sin duda, lo que pasa es que la gestión de toda esa información no es abarcable para alguien como yo. O al menos la relación entre el esfuerzo de gestionarla y lo que obtengo yo del Facebook no me compensa…
Ahora, claro que es útil! las herramientas sociales son enormemente útiles, especialmente cuando encuentras tu marco de referencia y una red que te resulte significativa 🙂
El otro día, en una reunión de no-voy-a-decir-qué-ni-dónde, se levantó un tipo y preguntó si el video de la charla lo colgarían en Feisbuk. Una persona de la organización dijo que sí. Y una tipa preguntó «¿Y los «powerpoints? ¿También los colgarían en Feisbuk?». (También, claro). Nada de YouTube o SlideShare o un genérico «en la red». Preguntaron por Feisbuk. Así, a palo seco. En resumen, «los Feisbuk» son otra generación de recien llegados a la Internet. Está la de Gopher y FTP (la mía), la de la web (también me apunto), la de los blogs (esta ya me pilló mayor para entusiarmarme mucho) y ahora la del Feisbuk (decididament ya en mi tercera edad virtual (en años de perro)). Esto me recuerda el viejo dicho aquel de que si le das un martillo a un niño todo le parecen clavos.
«Eso de la interné es lo de feisbuk, ¿no?».
pues mis alumnos de este año son más «tuentis», hay muy pocos «feisbuks», pero sí… está visto que la época de hacerlo todo con blog, ha dejado paso a hacerlo todo con feisbuk… o con tuenti…
¿y los twitters? ¿encarnamos algún tipo de genración rara? 😉
¿Y los espotíficos? 🙂
j.