Mi emoción de ver a Gareth Mills venía determinada por mi pasión por el trabajo que hace el Futurelab (donde él trabaja de forma directa). Ya os he contado en otra ocasión (botón de muestra, pero hay más), que uno de los documentos que más me hizo sentir “la caída del caballo” en esto de un mundo tecnológica y socialmente distinto que necesita de otro tipo de escuela, fue el ya más que manido “2020 and Beyond” publicado en 2007 y leído –por mí- en el aeropuerto de Frankfurt al pocvo de ser publicado.
Pero Futurelab no es sólo eso, la lista de publicaciones interesantes y de revisiones imprescindibles es bastante larga, sus trabajos y su revista son altamente recomendables. Una vez incluso intenté irme de estancia allí… pero no aceptan visitantes por allí, no al menos estudiantes :-/.
Además me encanta de futurelab que son una entidad –o mejor, un grupo- que no habla de oídas; es un grupo que, así como hace un intenso trabajo de fundamentación teórica, hace una increíble cantidad de proyectos prácticos con escuelas de verdad, proyectos donde se exploran realmente las posibilidades de una o más tecnologías y en la que niños reales (con más dinero en las escuelas que nosotros es verdad, y si no mirad este proyecto que comentó Mills de pasada), con profes reales, hacen cosas interesantes y gustosas de ver.
Y eso marca la diferencia. Y se nota mucho en el discurso de Mills.
Me gustó mucho su conferencia, hizo muchas alusiones interesantes, pero probablemente creo que es pertinente destacar dos que creo que son importantes.
Me gustó que empezó “desdemonizando” a los docentes. En todos los discursos anteriores, de una forma u otra, se aludía a la terrible responsabilidad de los docentes que no querían soltarse de cosas del pasado, que no sabían, que no cambiaban, que no hacían… y Mills dijo en una de sus primeras frases “No conozco a ningún profesor que vaya a su clase con la intención de aburrir a sus alumnos”. Sé que es una frase poco precisa, todos conocemos profes que no quieren hacer nada, o que no les importa si aburren o no a sus alumnos, pero también es verdad que cuando se generaliza en ellos obviamos tristemente a un grupo –afortunadamente cada vez más grande- de profesores que aman su profesión, profes a los que les encanta lo que hacen y que hacen y harán todo lo que esté en su mano para que sus niños aprendan más (muestra de esos profesores tenemos una buena en España, para la muestra la labor, por poner un pequeño ejemplo, de los premiados por el certamen Internacional de EDUCARED de experiencias didácticas y cuya entrega de premios de este año se celebraba a la vez que este GEF10)… y eso lo reivindicó Mills, reivindicó a esos profesores y eso me gustó mucho.
Además usó una metáfora que me pareció muy interesante (el mundo de las metáforas me gusta :-)) cuando aludió al conocimiento necesario hoy en día. Mills nos preguntó cuáles eran los conocimientos que considerábamos imprescindibles para que aprendiera una persona hoy en día y para que pudiera vivir armoniosamente (odio mis propias traducciones) en el mundo de hoy y mañana; las respuestas del público hacían alusión a competencias emocionales, de trabajo, de perspectiva… a lo que llamamos competencias transversales (trabajo en colaboración, creatividad, osadía, amor, emoción, pensamiento crítico, etc.), y Mills dijo que precisamente ese tipo de conocimientos actúan como las raíces de un árbol, le dan consistencia, solidez y futuro. Acto seguido nos indicó que todo el resto de conocimientos (la tabla del 3, las capitales de los países, los elementos de la tabla periódica) son conocimientos que van bien, pero que son las hojas del árbol, dicen mucho de lo que es, pero no son su esencia… y agregó que nuestro sistema educativo está excesivamente lleno de hojas y que ponemos muy poca atención a las raíces.
Dijo muchas más cosas, pero las podréis revisar en el vídeo cuando lo pongan a disposición. La verdad es que la de Mills fue sin duda la conferencia que más me gustó de todo el día. Una conferencia potente, solvente, apasionada y bien preparada; de alguien que sabe de lo que habla y que es dada por alguien que ve las cosas desde la academia (si, como yo), pero que trabaja con un ojito puesto en el aula de primaria y secundaria.
La frase final me gustó especialmente (no en vano es el final de la intervención y debe ser así de impactante), porque abunda en una idea que me gusta mucho de la educación… dijo algo así como que
“La educación trata básicamente de convencer o potenciar a otro para que entienda que:
Puedo hacer la diferencia en mi propia vida,
y si puedo marcar la diferencia en mi propia vida puedo marcar la diferencia en mi comunidad,
y si puedo marcar la diferencia en mi comunidad puedo marcar la diferencia en el mundo”
Y por eso, y por mil cosas más, a mí me gusta la educación.
Inspirador y solvente, dos grandes calificativos para un ponente y describen lo que vimos el viernes de Gareth Mills.