Del pensamiento binario al compromiso real: implicar a las familias en la competencia digital

Hace unos días, haciendo scrolling en IG me enteraba de la existencia y el trabajo de blablalab.eu. Se trata de un colectivo que trabaja en iniciativas para promover cambios en la concienciación sobre el Cambio Climático.

Una de las cosas que me pareció más interesante del planteamiento de blablalab, es que entienden de una forma compleja a las personas; es decir, no creen que somos “los listos” los que os comprometemos con el cambio climático, y “los tontos” los que no lo entienden, sino que la sociedad es bastante más compleja y, a partir de una investigación, han tratado de mapear la realidad de la asociedad respecto del cambio climático, generando una serie de 8 perfiles que describen cómo son 8 grandes colectivos en los que podríamos dividir a la sociedad española respecto del cambio climático.

Los tenéis todos aquí:

https://blablalab.eu/presentacion-de-los-segmentos/

Pues bien, cuando miraba esto, pesaba en que la simplificación (los que “me creen o hacen lo que yo” son los listos y los demás son tontos o antiguos o carcas o… N) está en la base de la polarización absurda que perfila casi todo en nuestra sociedad y que yo la noto particularmente en estos tiempos de revisión de “lo digital” en la escuela.

Así que pensé que una de las cosas que deberíamos deben tener clara es que la realidad de la sociedad es compleja y que, como bien pregona blablalab.eu lo referido al cambio climático, lo que necesitamos cuando ponemos en marcha cuestiones como las relacionadas con la competencia digital no es que “los listos” o “los que son como yo” me hagan caso… necesitamos que TODAS LAS PERSONAS estemos comprometidas con la Competencia Digital. Es decir, como entendemos que es un básico fundamental, para conseguirlo, los mensajes y las iniciativas que pongamos en marcha en las instituciones deben tener en cuenta la complejidad de los colectivos… y dirigir los mensajes no a públicos genéricos, sino intentar ajustar los mensajes a públicos concretos.

Esto resuena en mi cabeza especialmente en esta época de gobiernos haciendo declaraciones de que quitan pantallas en los coles “para salvar a los niños”… y de que hagamos poco por ir más allá de los titulares genéricos o las medidas “genéricas”…

¿y entonces qué?, pues he pensado en hacer algo desde mi ámbito de “influencia” así que lo inmediato son mis estudiantes: debo trabajar con mis estudiantes la importancia de entender que la visión de las familias (y de cada una de las personas que están en una familia) son diversas y que deben comprometerse críticamente con la competencia digital del estudiantado desde su punto de vista particular…

Así que vamos a hacer una actividad pensando en esas perspectivas y para ello he estado pensando en cuáles serían los perfiles de los familiares… A ver, lo ideal sería tener una buena investigación que nos haga esos perfiles, pero como no la tengo, he estado trabajando con Chagpt y con Deepseek en crear una para la tarea con mis estudiantes y ha salido esto:

Cartografía de las perspectivas familiares ante la tecnología educativa

En las aulas del siglo XXI, los docentes nos encontramos con un mosaico complejo de percepciones familiares sobre el rol de las pantallas en el aprendizaje. Lejos de posturas monolíticas, estas visiones se articulan en seis arquetipos que dialogan -y a veces chocan- en el espacio educativo. Comprender sus matices es clave para tender puentes comunicativos efectivos.

Los guardianes de lo analógico

Encarnan la resistencia consciente a la digitalización. Su discurso, tejido con advertencias sobre neurodesarrollo y capitalismo de plataformas, cuestiona los fundamentos mismos de la tecnología educativa. En sus hogares, los libros físicos y los juegos no estructurados son norma sagrada. Para ellos, cada pantalla en el aula representa una concesión peligrosa al modelo de atención fragmentada que domina la era digital. Su mayor temor: que la escuela normalice lo que consideran una «pérdida de la infancia esencial».

Los evangelistas tecnológicos

En el extremo opuesto, estas familias ven en cada dispositivo una oportunidad de futuro. Su fe en la innovación supera a menudo a la evidencia científica: asumen que la exposición temprana a herramientas digitales garantizará ventajas competitivas. Sus hogares son laboratorios de apps educativas, y presionan para que las escuelas aceleren su transformación digital. Paradójicamente, su entusiasmo a veces raya en lo acrítico, confundiendo novedad con progreso pedagógico.

Los navegantes fatigados

Representan la contradicción vivida: reconocen los riesgos pero capitulan ante la realidad cotidiana. Sus normas son flexibles, dictadas más por el cansancio que por la convicción. Las pantallas funcionan como anestesia parental en jornadas laborales interminables. En la escuela, apoyan cualquier uso tecnológico que alivie la carga doméstica, aunque sospechan que deberían ser más estrictos. Su lema no declarado: «Mal menor en una batalla perdida».

Los nostálgicos reconstructores

Su postura mezcla añoranza y activismo. Comparan constantemente la infancia actual con su memoria idealizada de calles, cuadernos y juegos sin supervisión adulta. Ven las pantallas como usurpadoras de experiencias formativas esenciales. Sin llegar al rechazo absoluto, implementan en casa «zonas libres de tecnología» y miran con escepticismo las pizarras digitales. Su pregunta incómoda: ¿Estamos medicalizando la infancia al patologizar su desapego de lo digital?

Los navegantes tardíos

Este grupo encarna la brecha digital desde una perspectiva sistémica. Su relación con la tecnología educativa sigue una curva de adopción más lenta, determinada por factores estructurales (acceso desigual, alfabetización tecnológica limitada o barreras idiomáticas). A diferencia de los resistentes ideológicos, manifiestan voluntad de participación pero encuentran ecosistemas digitales poco intuitivos para sus realidades. Su mayor frustración: sentirse perpetuamente «alcanzando un tren que ya partió», especialmente cuando las escuelas dan por sentado cierto nivel de competencia digital. El reto para los educadores es crear puentes sin asumir conocimientos previos.

Los dialécticos informados

Construyen su postura en el cuestionamiento permanente. Rechazan tanto el pánico moral como el fetichismo tecnológico, exigiendo distinciones finas: no es lo mismo YouTube que GeoGebra, igual que no es lo mismo un libro de texto que una novela. Su valor principal es la intencionalidad pedagógica. Son los que preguntan en las reuniones: «¿Qué problema concreto resuelve esta herramienta?» y «¿Tenemos datos sobre sus efectos reales?».

IMPORTANTE:  El tejido conectivo

Estos perfiles no son compartimentos estancos, sino constelaciones dinámicas. Una misma familia puede moverse entre varios según contextos, edades de los hijos o incluso estados de ánimo. Lo crucial para los educadores es:

  1. Evitar caricaturas: Detrás de cada postura hay racionalidades profundas que merecen ser escuchadas.
  2. Identificar puntos de palanca: El dialéctico puede tender puentes con el nostálgico; el fatigado puede encontrar en el guardián alternativas prácticas.
  3. Reconocer los silencios: Los navegantes tardíos suelen quedar fuera de estos debates, ampliando su exclusión.

Esta cartografía no busca etiquetar, sino iluminar los matices que hacen del diálogo familia-escuela sobre tecnología un desafío tan complejo como apasionante. En última instancia, refleja algo profundo: nuestras visiones sobre la infancia, el aprendizaje y el futuro que imaginamos.

IMPORTANTE: Esto no pretende ser una taxonomía seria o «sentar» una forma de ver a las personas de una familia, solo es un ejercicio de reflexión para seguir reflexionando con mis estudiantes y promover su pensamiento crítico

Sobre esta «cartografía» crearé alguna tarea para los estudiantes que promueva un ejercicio empático y de crítica de contenido con las noticias que nos rodean… pero eso ya os lo contaré otro dia, supongo 😉

Esta Cartografía se ha inspirado en el trabajo de blablalab.eu y sus «8 Españas » (¡ellos han realizado una investigación mucho más rigurosa!) y ha sido creado como material de clase para mis alumnos. La idea que subyace es la importancia de llegar a todo el mundo con un mensaje significativo sobre todo lo relacionado con la tecnología. Quizá algún día llevemos a cabo un proyecto de investigación adecuado sobre esto, pero mientras tanto, espero que nos ayude a reflexionar más profundamente. No importa cómo sean las familias, tenemos que pensar en todas las familias y en sus miembros. Este documento ha sido creado por Linda Castañeda, con ayuda -a veces simultánea, a veces secuencial- de ChatGPT y DeepSeek